Mi viaje a Marruecos ha sido un viaje entrañable, me sorprendió mucho el contraste que hay entre éste país y los países nórdicos que he visitado los cuales son ricos y tienen de todo.
Marruecos es un país espectacular aunque pobre, muy pobre, pero sus gentes son muy amables. Es como si fueran una gran familia, te ayudan en todo lo que necesitas.
Llegamos a Tánger y allí nos esperaban los alumnos del otro instituto. No tengo palabras para describirlos ya que, a parte de buenas personas, creo que todos nos sentíamos protegidos con ellos porque te ayudaban en todo y te iban explicando cosas de su país lo cual añadía mas conocimiento a mi viaje.
Dormíamos en Larache e hicimos varias excursiones. Estuvimos tanto en el mar como en la montaña. Subimos por una montaña hasta que llegamos a un sitio llamado “El puente de Dios” que estaba altísimo y sus vistas eran únicas. Al bajar nos invitaron a un te, que por cierto estaba buenísimo, y lo dice alguien que es adicto al te.
En Rabat visitamos la tumba de dos reyes antiguos y también fuimos a ver una torre que para mi asombro se parecía a la Giralda y también visitamos el zoco.
Mis visitas culturales fueron bastante buenas y enriquecedoras.
Con respecto a la comida ,,,,, inmejorable lo primero que probé fue una sopa picantita que se llamaba Harira o algo así y era roja y a mi personalmente me encantó. Otro día en Rabat probé Tajin o tagin que eran unas albóndigas en salsa y se cogían con un pan y estaban verdaderamente exquisitas, que ricas. El último día nos invitaron los amigos marroquíes a comer a su casa y probé el cous cous que lo había hecho su madre y estaba buenísimo.
Me hice amigo de mucha gente, desde los amigos del instituto marroquí hasta los camareros del bar que te ayudaban a elegir el menú y te asesoraban en cualquiera de las preguntas sobre sus comidas, país etc.
Me hice muy amigo de Zakarias y al final de mi viaje sentía como si ese chico hubiera sido amigo mío de toda la vida, no dejaba de decirme que cuando volviese a Marruecos me fuese a su casa y me regaló la piel de un animal que aun no sé cual es pero es algo típico de allí. Otro me regaló una pulsera.
Tengo que mencionar en esta redacción al conductor ya que no podíamos haber elegido a nadie mejor, era de Barcelona y se conocía todos los caminos y rutas y lo mas importante es que estaba un poco loco igual que nosotros y todos nos reímos mucho con sus bromas.
En definitiva tengo que decir que echo mucho de menos Marruecos y estoy muy contento y agradecido a los profesores que organizaron este viaje ya que me han dado la oportunidad de conocer un país mágico de mucho colorido y con costumbres distintas a las nuestras pero igual de válidas.