Contar mi travesía por las hermosas tierras marroquíes y describir mis recuerdos puede convertirse en un arma de doble filo, puede ser un momento doloroso al recordar lo que fue y pasó en aquel viaje o quizás lágrimas de alegría y emoción por lo vivido. No encuentro el modo de empezar ni como dar rienda suelta a mi memoria porque todos los momentos acontecidos son inolvidables y no cambiaría ni un solo día de los siete que viví en Marruecos. Al pensar y escribir estas frases sentidas, mi corazón late rápido, al son de las teclas hundiéndose en mi portátil y comienza mi nostalgia, que es si no la nostalgia más que un sufrimiento de pensar en algo vivido o que se ha tenido en un momento de la vida, el cual se asocia a un ser querido o a un objeto personal que se estima o bien a un suceso ocurrido en la vida, pues yo los poseo todos.
Viernes 20
La historia tuvo comienzo el Viernes 20 de Marzo, a las seis y media de la mañana sonó el despertador, lo apagué y abrí los ojos, en ese momento no era aun consciente de que me iba de mi ciudad y país siete días. Cuando me paré a pensar, sentí ese cosquilleo que se crea cuando hay miedo a lo desconocido, miedo a no saber lo que ocurriría en mi estancia en Marruecos. Tomé aire y procedí a ducharme y a vestirme, por último desayuné. Cuando estuvimos todos listos fuimos al instituto.
Cuando llegué al instituto, saludé a mis futuros compañeros con los cuales iba a convivir durante muchas horas en el transcurso del viaje y en el territorio Marroquí. Cogí mi maleta del coche, me despedí de mis padres y guardé la maleta en el autobús. Antes de marcharnos encontré a mis compañeros Abel y Alberto que venían a ayudar a llevar las latas de caballa al autobús, aproveché para despedirme de ellos con un fuerte abrazo.
Tras esto busqué a mi compañero de viaje Fran (conocido como “Papa Fran”), con el que estuve manteniendo conversaciones interesantes sobre cómo era Larache días atrás; para que se pusiera conmigo en el autobús. Después de asegurarnos de que no faltaba nadie en el autobús, partimos rumbo a Tarifa.
Dentro del autobús empezaron las primeras conversaciones para romper el hielo y así conocernos todos un poco mejor. Había gente de todas las edades pero en poco tiempo me di cuenta que no sería algo a tener en cuenta, porque todos tenían ganas de dar y ofrecer, de ayudar y vivir una experiencia inolvidable en compañía de todos lo que formábamos parte de ese viaje.
Paramos para desayunar en una venta que había de camino a Tarifa. Seguimos hablando y charlando sobre temas muy diversos, mientras algunos comían los bocadillos preparados de casa y otros café y tostadas. Conforme fue pasando el día fue empeorando el tiempo, estuvo lloviendo casi todo el día.
Llegamos al puerto de tarifa donde cogeríamos el ferry para Tánger. Previniendo posibles mareos me tome una biodramina media hora antes de ambarcar, entramos dentro del puerto y rellenamos la información necesaria para cruzar el estrecho: pasaporte, ciudad origen y ciudad destino, motivo por el que viaja, etc… Tras pasar los controles nos dispusimos a entrar en el ferry, dejar las maletas y sentarnos en la parte de arriba.
Después de sentarnos y esperar a que saliera el ferry aprovechamos para hacernos algunas fotografías e ir a la parte trasera del ferry donde se podía tomar el aire. Tras volver al interior del ferry, esperamos en la cola para sellar el pasaporte.
No hacía un día muy bonito pero nos daba igual que no fuera el idóneo para el encuentro que en unas horas iba a ocurrir en Tánger, porque para nosotros era totalmente secundario, teníamos tantas ganas de conocer a los chicos marroquíes que daba igual que lloviese, tronara o nevase.
Cuando llegamos a Tánger y recogimos las maletas todo el mundo estaba nervioso por cómo serían los chicos marroquíes que nos esperaban. Tras pasar el control allí estaban todos con una sonrisa de oreja a oreja deseando que saliéramos por la puerta para saludarnos.
El primer chico que se presento al salir fue Zakarias Harrak, nunca se me olvidará ese nombre, es una de las personas más maravillosas que he conocido. Seguí presentándome a los chicos y chicas de Larache que fueron muy cariñosos conmigo. En esa explosión de presentaciones y alegría, había tantos nombres en esa primera presentación que los únicos nombres que se me quedaron en la cabeza fueron Zakarias y Hamza. Bajamos del puerto hacia el aparcamiento donde nos esperaban dos microbuses en los que guardamos las maletas y nos llevaron al interior de Tánger para comer y pasear por las calles. En el microbús me senté al lado de Hamza, un chico de semblante serio pero con un gran corazón que no sabía hablar muy bien español, sin embargo hacía el esfuerzo para hablar conmigo y conocerme.
En el transcurso del desplazamiento al centro de Tánger, Hamza me contó que era jugador de fútbol en un equipo de segunda división, que su ídolo era Cristiano Ronaldo y que quería seguir sus pasos, para poder comunicarme con Hamza le debo las gracias a Chàymae Choukri una chica simpatiquísima que manejaba perfectamente español y que traducía lo que yo le quería decir a Hamza.
Cuando llegamos al centro de Tánger, paseamos para conocer mejor la ciudad y paramos para comer, algunos comieron un bocadillo que ya traían de Sevilla y otros compraron bocadillos en una tienda. Yo aproveche para hablar con los chicos y chicas de Larache e intentar conocerlos un poco mejor. Continuamos la marcha y vimos el nuevo puerto de Tánger, las hermosas y sinuosas calles del centro, el hotel “Le Detroit Palace Tanger” en el que se había hospedado gente de mucha importancia y estuvimos en una tienda de telas artesanales, presenciamos como un chico estaba trabajando con un telar para hacer un pañuelo, nos explicaron las diferentes telas que trabajaban y nos pusieron pañuelos en la cabeza al estilo que ellos suelen llevarlo.
Llegó la hora de volver a los microbuses, nos subimos en ellos y marchamos hacia Larache, en el camino el microbús pasó de ser un medio de transporte a una discoteca en la que todos los chicos marroquíes bailaban y cantaban con gran alegría. Llegamos al hotel con el tiempo justo para dejar las maletas e ir a cenar a un restaurante en el que íbamos a comer todos, tanto profesores como alumnos. Comimos muchos tipos de comida y todos ellos exquisitos. Cuando terminamos de cenar, fuimos de nuevo al hotel. Me duché y me acosté satisfecho del día que había disfrutado y con una sonrisa al pensar todas las experiencias que me quedaban por vivir aun.
Sábado 21
Al levantarnos y ver el tiempo que era nefasto se cambiaron los planes, fuimos a cambiar moneda y después desayunamos al lado del hotel, en mi caso fue un crepe y un zumo de naranja natural en un vaso gigantesco que costaba en total 18 DH que en euros es 1,80€. Después fuimos a la Plaza España, que estaba al lado del hotel; para coger los taxis que nos llevarían al hamman o baño turco. Es un tipo de baño al vapor que incluye limpiar el cuerpo y relajarse. Estaba formado por tres salas una fría, otra tibia y otra muy caliente. Los baños estaban divididos: hombres y mujeres. Los chicos entramos en el hammam con Zakarias, que fue quien nos enseño a realizar el baño correctamente. Primero entrabamos en la sala tibia y rellanábamos los cubos, uno de agua fría y otro de agua caliente, después nos sentamos a relajarnos en la sala caliente donde teníamos que sudar bastante y después echarnos el cubo de agua caliente, tras esto nos enjabonábamos con jabón natural con una esponja lustrante, a continuación nos volvíamos a sentar un momento y nos enjuagábamos, en este caso utilizábamos agua fría, después de utilizar la sala caliente debíamos ir a la sala tibia y por último a la sala fría para poder relajarnos. Esto debía realizarse con tranquilidad para no marearnos debido a los fuertes cambios de temperatura de una sala a otra.
Tras salir limpitos y relajados del hamman, volvimos a coger los taxis de vuelta para Plaza España, que nos costó 10DH, allí planeamos dar un paseo y comer todos juntos. Fuimos a comer a un restaurante que se encontraba detrás de la calle del hotel y donde ponían comida muy variada. Tuvimos algún problema con la tardanza al servirnos e incluso uno de nosotros no llego a comer, por lo que salimos de ese restaurante con mal sabor de boca.
Tras salir del restaurante, hicimos reunión de ideas para ver que podíamos hacer y Gabriel nos ofreció su casa para ir a merendar. Cuando llegamos y subimos a su casa nos estaba esperando su familia, saludándonos y ofreciendo que pasáramos al salón de su casa donde nos pusieron dulces, té, crepes con miel y pastas. Estuvimos bailando y cantando durante horas. Escuchar cantar a los chicos marroquíes fue algo muy bonito para mi, todos cantaban a la vez con una bonita entonación y con una gran parsimonia, era algo emocionante e hipnótico.
Después de merendar dimos una vuelta por la ciudad y fuimos a ver la playa por la noche, bajamos a hacernos fotografías al lado de la playa, buscamos algo de cenar en la calle del hotel y por último fuimos al hotel a descansar. Antes de dormir estuve hablando por WhatsApp con una de las chicas de Larache que se llamaba Aàsmae.
Ella no hablaba muy bien español pero hacía un esfuerzo, al rato descubrimos que los dos sabíamos hablar inglés, así que hablamos en inglés. Hicimos muy buenas migas. Después de hablar y conocer un poco mejor a esta adorable chica me fui a dormir.
Domingo 22
Nos levantamos temprano desayunamos y subimos a los microbuses, esta vez fui sentado al lado de Chayma Harrak (hermana de Zakarias); nos dispusimos rumbo a Meknès. Mèknes o también llamada Mequinez, es una ciudad de Marruecos, que toma su nombre de la tribu bereber que la fundó con el nombre de Meknassi. Es la capital administrativa de la región de Meknès-Talifalet. Es una de las cuatro ciudades imperiales. Nuestra primera parada en Meknès fue el palacio y granero Ksar Mansour el cual estaba muy bien cuidado, después estuvimos viendo la caballeriza de Moulay Ismail donde aprovechamos para dar rienda suelta a las posibilidades que nos brindaba el conjunto arquitectónico de jugar con las perspectivas en nuestras fotografías.
Volvimos a los microbuses y fuimos a ver la tenebrosa “Prisión de Cara” es un silo subterráneo donde encerraban a los esclavos cristianos, me puso los bellos de punta las historias que nos contaron sobre que les hacían a los prisioneros en los miles y miles de pasillos llenos de claroscuros que tenía ese lugar. Tras salir de la prisión teníamos bastante cerca el Mausoleo de Moulay Ismail, así que fuimos a verlo. Para entrar a ver el mausoleo había que entrar sin zapatos así que nos quitamos todos los zapatos en la entrada. Era un lugar precioso y lleno de detalles, mirases al lugar que mirases había algo que admirar. Cuando terminamos en el mausoleo, salimos y Chayma Harrak la hermana de Zakarias me compró un imán de recuerdo para que cuando viera el imán me acordara de ella. Tras esto fuimos a ver la maravillosa puerta de Bab el-Mansour y la plaza el-Hedim.
Cuando terminamos de ver todo, los profesores nos dieron vía libre a pasear e ir a comer a donde quisiéramos, por lo que fuimos todos juntos a dar un paseo por la calles de Mèknes, por el camino nos cruzamos con un grupo de chicos marroquíes que cantaban y bailaban, Azdinne (un chico de Larache al que llaman Mariposa) se unió a la fiesta y estuvo tocando una especie de bongos con los chicos de Mèknes y todo el mundo tocaba las palmas y cantaban. Tras unos minutos musicales bastante entretenidos seguimos paseando hasta encontrar un McDonalds, la mitad del grupo entró en McDonalds y la otra mitad siguió andando unos trescientos metros más y entraron en un restaurante donde ponían pizzas y shawarmas (que son muy parecidos a los Kebaps). Estuvimos disfrutando de nuestras experiencias sobre Mèknes mientras comíamos. Cuando terminamos de comer llego la hora de marcharnos y tuvimos que partir de nuevo hacia Larache.
Fue una visita bastante interesante a mi parecer, pero me lleve mal sabor de boca al tener que volvernos tan pronto de allí , me hubiera gustado estar más tiempo para poder haber visto más cosas interesantes de aquella ciudad.
Cuando llegamos a Larache, la ciudad estaba en una burbuja de fanatismo deportivo, las calles estaban vacías todo el mundo estaba viendo el clásico del Real Madrid – FC Barcelona. Todos los bares y restaurantes habían montando pantallas y proyectores para que la gente pudiese ver el partido , no había ni un solo bar que no estuviese lleno. Los chicos marroquíes nos buscaron un sitio donde poder ver el partido tranquilamente. En uno de los sótanos de una sala de fiestas nos adecuaron el lugar y nos pusieron el partido. Todos tomamos batidos y refrescos y pudimos disfrutar de un gran partido. La única pega fue que perdió el Madrid.
Después fuimos a cenar, compramos shawarmas y bebidas y fuimos con la cena al hotel, algunos cenamos en la habitación de nuestras compañeras Irene y Lucia. Estuvimos compartiendo momentos del día y risas. Por último a la cama a descansar después de otro día muy completo.
Luenes 23
A las 8 de la mañana sonó el despertador y otro día lleno de experiencias comenzaba, en primer lugar desayunamos al lado del hotel y los chicos marroquíes nos recogieron para dar un paseo por el puerto. Fuimos por la playa paseando mientras dejábamos a la derecha unas impresionantes vistas de las casas y edificios de Larache.
Por el camino los chicos marroquíes nos contaron los planes que tenían previstos, los cuales eran ir al puerto, coger dos barcas para llevarnos al otro lado del puerto donde había una hermosa playa y allí estar todos juntos. También aprovechamos para hablar y conocernos un poco mejor todos.
Después de un buen paseo en el que pudimos compartir costumbres y apreciar el gran número de pescadores que posee Larache y de las bonitas vistas de la ciudad.
Entramos en el puerto de Larache donde había una gran diversidad de barcos pesqueros y de transporte de mercancías. Nosotros fuimos a unos muelles donde habían barcas en las cuales pagabas 10DH por pasajero y te llevaban a la otra orilla del puerto. Ocupamos dos barcas, una de ellas era a motor y la otra a remo. Evidentemente se sabía cual iba a llegar antes. En la barca que no tenía motor había que utilizar remos, en este caso; le toco remar a Hamza, aunque con su potencia física no le suponía un problema.
Cuando llegamos a la otra orilla y nos bajamos de las barcas estuvimos haciéndonos fotos de grupo para inmortalizar la llegada al otro lado del puerto. Después seguimos paseando por la orilla de la playa. Nadie se baño excepto el omnipresente Azdinne que aunque el agua estaba helada el tuvo las ganas y fuerzas suficientes para darse un buen baño.
Después de disfrutar de la hermosa playa, de jugar, de bailar y charlar de numerosos y diversos temas, llegó la hora de comer así que pusimos rumbo de nuevo al hotel. Volvimos al lugar donde nos dejaron las barcas a la ida, nos recogieron y fuimos al puerto.
Cuando llegamos al puerto pagamos el viaje y fuimos al hotel. Nos cambiamos de ropa, parecíamos croquetas después de un rebozado en la playa, y fuimos a comer al restaurante que estaba al lado del hotel, se llamaba “Tutti Frutti”, la comida de este restaurante era muy variada y toda ella bastante buena. Yo comí pasta con salsa boloñesa, mis compañeros se pidieron cosas como pizzas, lasañas y hamburguesas.
Cuando se terminó de comer, Chaimae Choukri invitó a algunos de los chicos españoles a su casa para merendar. Aàsmae, fatima y algunos más nos llevaron desde el restaurante a casa de Chaimae. Cuando llegamos a la casa, Chaimae nos esperaba maquillada y muy bien vestida, nos invito a que pasáramos al salón donde tenía preparado té, dulces y una mujer que estaba preparando los utensilios para hacer tatuajes de henna a las chicas españolas que iban a la casa de Chaimae. Chaimae me enseño a hacer té marroquí, que probé y no estaba del todo mal.
Después bailamos y cantamos durante un rato hasta que llegó la hora de volver, los profesores nos esperaban para ir al conservatorio de Larache. Papa fran y yo nos fuimos de la casa con mucha pena, porque estábamos disfrutando muchísimo de la hospitalidad de Chaimae pero había que irse. Llegamos a Plaza España y allí nos esperaban Zakarias y varios chicos españoles (Fran, Andrés e Irene). Cuando nos unimos al grupo fuimos al conservatorio, antes de entrar en el conservatorio, cerca había una mezquita y presenciamos desde lejos como rezaban los larachenses. Después entramos en el conservatorio y nos enseñaron diferentes salas.
Cuando salimos estaba en la puerta el microbús que nos transporta con la música a todo volumen y todo el mundo se puso a bailar. Cuando el autobús quitó la música y se marchó tuvimos un momento emotivo. Nuestro profesor Jesús cumplía 55 años así que le dimos la sorpresa y le cantamos “Feliz Cumpleaños” en varios idiomas (español, árabe, francés e inglés). Después de las felicitaciones y el momento tan entrañable que se creó, tuvimos que volver para cenar, compramos cerca del hotel una especie de hummus (puré de garbanzos) que picaba un poco. Y después de cenar fuimos al hotel a descansar.
Martes 24
Aquí empezó mi sabor amargo, la parte antagónica de la historia de este viaje a Marruecos. Yo no estaba totalmente curado de un resfriado que llevaba arrastrando durante unos días y como no paraba de llover en Larache no se terminó de curar. Esa noche no pude dormir muy bien pero cuando llegó la hora de levantarse de la cama, casi no me podía mover. Tenía muchísimo frio y un gran dolor de cabeza, pero eso no iba a detenerme para que fuera a Rabat, me duché y bajé a desayunar. Cuando bajé del hotel empecé a sentirme muy mal, a tener frio, malestar y dolor de cabeza. Ya fui dándome cuenta de que tenía fiebre y que se empezaba a complicar todo. Las chicas estuvieron cuidándome y me dieron un Nolotil para la fiebre. En esos momentos de tensión e impotencia al ver como poco a poco se estaba aguando mi día, se empezaron a asomar en mis ojos las lagrimas de impotencia por ver como se escapa la situación de mis manos, pero allí estaban mis compañeras Lucia e Irene que fueron mis ángeles de la guarda en ese momento y las que me dieron su mano para ayudarme e ir al viaje. Entré en el microbús y me abrigaron con muchísimos chaquetones para que no pasase frío. Me quede dormido inmediatamente y hasta que no llegamos a Rabat no desperté.
Cuando llegamos a Rabat me desmoralicé al ver que estaba lloviendo y hacía mucho viento pero yo me encontraba algo mejor, valoré que quizás no vaya a Rabat nunca más y que sería mi única oportunidad de ver la ciudad, tomé aire y me llené de fuerzas para ver Rabat, nuestro primer destino fue la Necrópolis de Chellah, es un antiguo complejo romano, medieval y necrópolis, situado en el emplazamiento de la antigua ciudad de Salé, a 2 km del centro de la ciudad y en las proximidades de Rabat. Tuvo numerosas adaptaciones musulmanas como por ejemplo una zawiya (edificio destinado a la oración), varias salas funerarias y un minarete de azulejos. También había una fuente donde había anguilas.
Después fuimos a ver la torre Hassan y el mausoleo de Mohamed V donde se encuentra la tumba de este monarca. El mausoleo me encantó, el edificio era una obra de arte en su totalidad, no había ni un solo espacio que no tuviese un relieve, escrito o azulejo. Estaba custodiado en el exterior por tres guardias con rifles con unos grabados muy bonitos. Y en el interior se encontraban otros cuatro guardias (uno en cada esquina). Me quedé maravillado con el conjunto, sin embargo me faltó que hubiera alguien recitando el Corán, ya que nos habían dicho que había una persona recitando el Corán durante todo el día.
Tras volver a los microbuses fuimos a comer a un restaurante todos juntos. Los profesores nos invitaron a comer “Tajine” que es un plato tradicional, una especie de estofado en unos recipientes de barro. Era tajine de carne y estaba exquisito. Tenía un huevo frito en medio y la carne con la salsa de tomate debajo.
Tras recuperar fuerzas fuimos a la “Kasbah des Oudaias” que es un barrio precioso en el cual hay casas pintadas de color blanco y azul. Recorrimos los numerosos y estrechos callejones desde hermoso barrio, al final había un jardín muy bonito donde podías sentarte y descansar.
Después de salir de este barrio fuimos al zoco de Rabat con los chicos marroquíes, sin ellos no hubiéramos podido comprar nada, ellos nos ayudaron a compran las cosas y a pedir precios. Estaban siempre atentos de que no nos perdiéramos. El zoco de Rabat son calles kilométricas llenas de tiendas de todo tipo: ropa, recuerdos, zapatillas de deporte, pañuelos, etc… Cuando salimos del zoco llegamos a la avenida Mohamed V, conforme avanzábamos por la avenida empecé a encontrarme peor, estaba empezando a darme fiebre. Fuimos al punto de quedada de los profesores para coger los microbuses. Después de eso no recuerdo nada más hasta que me desperté en el microbús a mitad de camino de Larache. Tengo recuerdos fugaces de que me dieron un té para entrar en calor y de que me cogieron entre Mohamed y Bilal en brazos para llevarme al microbús. No tengo palabras ni formas de agradecerles a estos dos chicos el esfuerzo que hicieron en un momento tan crítico como ese por ayudarme.
Cuando llegué a Larache, me fui directamente al hotel y me duché. Lucia e Irene me dieron un Nolotil y me ofrecieron dormir en su cuarto para que me pudieran cuidar si estaba de madrugada peor. Aquí es donde me di cuenta que estas dos chicas no iban a ser dos compañeras más del viaje o una simple amistad. Aquí es donde me di cuenta de que eran dos personas maravillosas que a cambio de nada lo dieron todo por mí para que no me faltara de nada y que me recuperase. Aquí es donde supe que a partir de ese día esas dos personas serían muy importantes en mi vida. Aquí es donde supe que tenía que guardar esas dos chicas dentro de mi corazón.
Los profesores también tuvieron un trato encomiable conmigo, fueron muy atentos y no me falto de nada. Acepté irme a dormir con Lucia e Irene, había dos camas, ellas dormían en una y yo en otra.
Miércoles 25
Este día lo pase en cama hasta media tarde. Por la mañana preguntaron por mí todos mis compañeros a los que agradezco su atención y su preocupación. Los profesores preguntaron por mí y me preguntaron si necesitaba algo. El profesor Cesar me trajo una tostada de mantequilla y un zumo. Después de desayunar me tomé otro Nolotil y me quedé descansando. Mis compañeros fueron a la escuela marítima. Como estaba durmiendo en la habitación de Irene y Lucia, las mujeres de la limpieza no entraron a recoger, así que cuando estaba un poco mejor me levante y les recogí un poco la habitación y les hice la cama.
A la hora de comer llegaron mis compañeros y de nuevo preguntaron por mí en la habitación, Lucia e Irene me trajeron una pizza de 4 quesos y se aseguraron de que no me faltara de nada. Después todos se fueron a ver o jugar al fútbol.
Hicieron dos equipos en los que estaban mezclados los chicos marroquíes con los españoles. Lo pase un poco mal por estar en la cama tumbado y no poder disfrutar de ese momento, por no poder jugar con los chicos marroquíes y hacer piña, pero bueno, no estaba para mí. Después cuando llegaron mis compañeros me fui a mi cuarto y me duché, al ver que estaba un poco mejor me vestí y di un paseo con mis compañeros y los chicos marroquíes.
Después de dar un paseo por las calles de Larache, fuimos a un pub, se llamaba “Black and White” donde ponían shishas (cachimbas) y bebidas. A Ahlam y Hind, dos chicas marroquíes que además de ser agradables eran guapísimas, no les gustaba el humo que había en el local y me ofrecí junto con mis compañeros Fran, Andrés e Irene (compañera de 4ºESO) para ir a tomar un té a otro sitio que se estuviera tranquilo. Fuimos a un local llamado “Las Palmeras”. Allí tomamos té de diferentes tipos, pero sin duda el mejor es el té marroquí. Compartimos un momento entrañable. Ahlam nos enseñaba como se ponían las chicas marroquíes el pañuelo. Y estuvimos hablando de costumbres hasta que Andrés se tiró el té encima, Hind pidió a un camarero una bayeta y le ayudó a limpiarse. Después de un rato Ahlam y Hind se tuvieron que ir a casa y las acompañamos a la calle colindante para que las recogiera el padre de Hind en su coche. Tras esto volvimos al local donde se encontraban todos los demás y al rato volvimos al hotel, antes de subir me compré una hamburguesa en el “Tutti-Frutti” por consejo de Ahlam y fue un gran acierto. Después de cenar me fui a la cama.
Jueves 26
Sonó el despertador y noté que estaba con malestar pero gracias al reposo del día anterior, mejoré de manera notoria. Me duché, me vestí y baje a desayunar. Cuando terminamos de desayunar fuimos a los microbuses y los profesores nos llevaron a una fábrica de zapatos de la marca Rieker cerca de Larache. Un encargado nos explicó como funcionaba la fábrica. Nos explicó lo importante que era esa fábrica, ya que daba muchos puestos de trabajo y por consiguiente bienestar a muchas familias. Después de un paseo de media hora volvimos a los microbuses y pusimos rumbo al pueblo pesquero Moulay Bouselham.
Cuando llegamos fuimos a la laguna Merja Zerga donde contratamos barcas para dar un paseo por la laguna. Se podían ver una gran diversidad de aves buscando un lugar donde alimentarse y descansar de sus travesías migratorias.
También pudimos presenciar la gran cantidad de cangrejos que había en las isletas que se formaban en la laguna.
Echamos el ancla en una de las isletas para estirar las piernas y hacer fotografías. Algunos de nuestros compañeros cogieron algunos cangrejos, lo que nos sorprendió fue el color morado que tenían y que en lugar de dos pinzas grandes tenían una pinza grande y otra pequeña.
Volvimos a montar en las barcas y nos llevaron a la playa donde jugamos a coger el pañuelo. Tuvimos un pequeño susto con Irene López ya que cuando le toco a ella coger el pañuelo, Omar se abalanzó cual león que lleva 3 meses sin comer a por el pañuelo, y se le echo encima de la pierna y le hizo bastante daño pero se quedó en el susto.
Después de echar unas risas subimos al pueblo donde lo profesores y Omar compraron pescado y fuimos a uno de los restaurantes para que nos lo prepararan a la plancha. Comimos salmonetes, chocos y patatas fritas. Después de comer dimos una vuelta por el pueblecito y por la playa. Casi a la hora de marcharnos a Larache estuvimos bailando y cantando todos juntos.
Entre risas y bailoteos nos dimos cuenta que era “Crónica de Muerte Anunciada” nos quedaban horas para disfrutar los chicos españoles de los marroquíes y los chicos marroquíes de los españoles. Yo aproveché para bailar, aunque no se me da muy bien, con mi amiga Aásmae.
Después de disfrutar un rato todos juntos nos subimos a los microbuses y partimos para Larache. Cuando llegamos fuimos al hotel para ducharnos y cambiarnos de ropa. Yo tenía que aprovechar antes de quedar con los demás para hacer las últimas compras. Ahlam, Hind y Papa Fran me ayudaron en esta tarea.
Tras comprar los últimos recuerdos como pulseras, té, vasos, tetera, etc… Ahlam se tuvo que marchar y fue un momento triste porque no tuvo la oportunidad de despedirse de los demás chicos españoles ya que estábamos dispersos comprando los últimos regalos, aunque yo me pude despedir de Ahlam me dolió mucho tener que despedirme de ella. Ahlam es una chica que no deja indiferente a nadie, inteligente, amable, noble y servicial, con las ideas claras y sobretodo guapísima; nunca me olvidare de la risueña sonrisa de Ahlam, lamentaré siempre no haberla podido conocer mejor. Antes de irse me regalo una pulsera que guardo con gran cariño. Después de la dolorosa despedida procedimos a buscar a los demás chicos del grupo que estaban en el pub “Black & White”.
Cuando llegué con Hind y Papa Fran al local, aunque todos sonreían y hablaban mientras fumaban shishas, ya no era lo mismo, se olía un ambiente melancólico y de tristeza en el interior de todos los corazones, sabíamos que el sueño se acababa, era hora de despertar. Después de pasar unas horas de charlas y risas comentando los días vividos entre todos y por supuesto hacernos cuatrocientas mil fotografías. Tocó el momento que todo el mundo no quería que llegase, la despedida. Fue un momento emotivo y doloroso. Agradecimos todo lo que hicieron los chicos marroquíes por nosotros.
Otro momento doloroso para mí fue despedirme de Hind, que fue otra de las chicas que conocí los últimos días de mi viaje a Marruecos; desearía haberla conocido el primer día que llegue a Tánger, es dulce y frágil como un algodón de azúcar, cariñosa, un toque aniñado que me encantaba y muy atenta. Me regaló su pañuelo azul marino y después de un largo abrazo, ella se tuvo que marchar. También me despedí de la sensual Chaimae Choukri, de mi linda Aàsmae, de Grabriel y de algunos chicos más.
Los chicos marroquíes que quedaron nos acompañaron al hotel para despedirse por última vez. Nuestro DJ personal Mustapha nos puso música para intentar amenizar el momento tan tenso que iba a ocurrir en breves minutos, cantamos y bailamos durante un rato en voz baja delante de la puerta del hotel, ya que era muy tarde y nos despedimos por última vez.
Para mí esta fue la más dolorosa de las despedidas, entre lágrimas y abrazos tuve que despedirme de mis dos sombras, de mis ojos, de mis labios y mi voz en Marruecos, de mis queridos Zakarias y Chayma Harrak; que sin sus muestras de afecto, su atención, sus ganas de agradarte nada hubiera sido igual, sus numerosos regalos que aunque no hacían falta, ellos lo hacían para agradarme y llevarme un recuerdo de ellos a Sevilla. Gracias a ellos nunca me faltó nada. Gracias a ellos disfruté como si no hubiera un mañana. Gracias a ellos no tuve nunca una duda sin resolver. Gracias a ellos soy un marroquí más. Solo puedo decirles gracias.
Tras dejar un pedazo de mi corazón en esa dolorosa despedida, subí a mi habitación, preparé la maleta y me fui a dormir.
Viernes 27
Al siguiente día, viernes 27, todos estábamos consternados por la despedida del día anterior, no nos creíamos que fuéramos a volver a Sevilla, nos faltaban días por vivir en Larache, nos faltaban días por vivir con nuestros amigos marroquíes. Pero todo se volvió de fantasía a realidad, apreté dientes, me vestí y bajé del hotel para ir hacia los autobuses, allí estaban algunos de los alumnos marroquíes esperándonos para la última despedida: Hamza, Wizzy, Mohamed, Zakarias, Mustapha y algún chico más. Después de despedirme con un fuerte abrazo, subí al microbús cerré los ojos e intenté no pensar en lo que dejaba ir, en lo que dejaba atrás.
Llegamos a Tánger, cogimos el ferry y cuando llegamos en Tarifa, nos estaba esperando el autobús que nos llevaría de vuelta a Sevilla. Llegamos a las 3 a Sevilla, allí nos estaban esperando nuestros padres, deseando ver como estábamos y saber como nos lo habíamos pasado. En mi caso le di un abrazo y un beso tan fuerte a mi madre que un poco más y la estrujo.
De nuevo retomo la nostalgia.
Describir la nostalgia es doloroso, escribir todos los momentos que he vivido, momentos inolvidables con muchísimas personas tanto españolas como marroquíes, momentos emotivos, momentos entrañables, momentos en los que te paras a pensar cuantas cosas has dejado atrás que te encantaría volver a rememorar, escribir todo ello es doloroso, a eso se le llama nostalgia, pero mi nostalgia no sucumbirá a ser simplemente recuerdos inmortalizados en videos, fotografías y pensamientos.
Nunca dejaré marchar aquel Marruecos que me dio tanto y por tan poco, nunca dejaré marchar aquellas personas que en mi corazón guardo en gran estima de un lugar llamado Larache.
Quiero dar las gracias a los profesores Said, Ahmed y Rahmuni y al entrañable Omar. Nada de esto sería posible sin ellos, sin su cariñosa dedicación y sin la amistad que los une a nuestros profesores.
Por último quisiera reconocer el mérito que merecen los profesores Adolfo Salto, Jesús Hernández y César Bordons por el trato, la atención y el esfuerzo que han demostrado hacia los alumnos. Y por otro lado agradecerles que nos hayan dado esta maravillosa oportunidad de conocer Marruecos y su gente.