Esto no es un simple comentario de un alumno que ha ido de excursión con el instituto; es el relato de una experiencia situada al otro lado del mar, de cómo la cultura y sus gentes pueden cambiar radicalmente a pocos kilómetros de distancia.

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Tenemos el hábito de definir nuestro propio modelo de vida, pero realmente se aprecia mucho más comparándolo con otro al que no se nos corresponda, es así como uno se da cuenta de las verdaderas diferencias, de lo bueno y lo malo de cada uno de ellos, aunque todo sea relativo.

Lo curioso es que esta sensación de distancia, de haber cambiado de país, de haber cambiado de continente, fue aumentando a la vez que nos metíamos más en el interior de Marruecos y me aseguré de que esta sensación no era solo mía, sino también del resto de mis compañeros de viaje y eso sí; a medida que recorríamos más kilómetros, más autóctonos se nos volvían los rasgos del lugar.

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La cosa que más curiosa se me hizo fue, el contraste que había entre un lugar y otro, desde la pobreza absoluta y la vida más occidentalizada que generalmente tenían las familias más adineradas, junto con la mezcla de las infraestructuras y digo mezcla porque el "casco" histórico se ve mezclado entre los edificios modernos y antiguos y nada guarda un orden como el que hay en las sociedades occidentales.

Tanto es así que te surge la idea, de que no tienen interés por la restauración, también tenemos que tener en cuenta que la mayoría está construida con adobe que no ofrece mucha resistencia a los fenómenos erosivos.

La imagen que no se me olvidará es la de los niños formando hileras detrás nuestra, de la cara de absoluta felicidad cuando se le daba algo, de los abochornantes tenderos de las zonas comerciales que parecía que se le iba la vida como no les hicieses caso.

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Este conjunto de cosas que he experimentado, me hacen ver que nada es real, que todo es relativo, de la Marruecos real y la turística. Yo puedo hablar de la turística pero no de la real, ya que aún en el más grande de los desiertos no he tenido la oportunidad de sentirme propio del lugar. Pienso que la vida real allí por lo general es dura, pero por el otro lado es la única que te hace sentir propio. Aunque alguno no lo pueda entender a primera vista, pensemos en los tenderos, en la situación de turista piensas que te intentan vender todo y que son muy pesados, pero por la parte real que no vemos en el momento es que, posiblemente ese hombre tenga una familia a la que mantener y que necesita cuanto más dinero mejor para mantenerse y de ahí esa actitud de no querer dejar en paz hasta que le compres algo.

Sinceramente, creo que la gente verdaderamente no le ha dado la importancia que se le debe dar a lo que verdaderamente lo merece y eso es la sociedad, porque paisajes y monumentos son especiales de cada sitio y es lo que aparentemente más llena a cada uno. Pero la sociedad de cada sitio y más si tiene diferentes costumbres a la tuya son de lo que más nos enriquecemos como personas.
Si me pidiesen que definiera a Marruecos, yo la definiría como, tierra de contrastes.