3, 2, 1,… Se acabó. Tan rápido como llegó, se fue, pero dejando un poso de recuerdos y sensaciones que difícilmente se podrán borrar de mi mente.


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Una experiencia como la vivida en esos diez días de los meses de marzo y abril no puede ser catalogada como cualquier otro viaje, pues lo que en ella aprendimos no está en ningún “Tour” turístico, ni lo ofrecen grandes buscadores de viajes. No aparece en los catálogos, ni tan siquiera podría imaginarse como proyecto educativo.

Resulta muy difícil encontrar palabras para describir lo que vi y sentí en aquellos momentos, sensaciones que me acompañaron durante todo el camino, y que hicieron a mi alma sobrecogerse y a mi piel estremecerse tantas veces como experiencias nuevas vivimos.

           No sé por donde empezar este resumen del viaje. Quizás por lo más importante: las PERSONAS. Y es que cabe preguntarse: ¿Qué sería de los lugares sin las personas que te acompañan a ellos? Y por eso, en primer lugar quería referirme a las personas que han hecho posible que yo estuviera en este viaje, y en especial, a una: César. También, y no con menos cariño ni importancia, a mis compañeros de viaje, a todos, que por unos cuantos días se convirtieron en mi familia y a los que quiero darles las gracias por formar parte viva de mi historia:

Aarón
, gracias por tu humor y por tu inigualable interpretación de Obama (¡cómo se la colamos a los “japos”!);
Adolfo, por descubrirse como una persona enorme para mí;
Antolino, por tu inagotable paciencia ante los demás;

Cañete, por tu fuerza, tu carácter inconformista y tus risas que animaban las noches;
César,
por su incansable humor y por mostrarme una vez más cuál es el buen camino;
Cristina
, por regalarme tu sonrisa cada día y por esas gafas que son la “leche”;
Desi
, por tu amistad y todos esos momentos;
Ferrari
, por se nuestro “ángel” y compañero experimentado;
Gonzalo
, por tus “beats”;
Gordillo
, por animarnos con disputas que rompían la monotonía;
Javi
(para mí siempre serás “el Negro”), por sorprenderme con tu madurez y tu cabeza bien amueblada;
Jesús,
por convertirse en un gran apoyo durante todo el camino y por alcanzar desde el anonimato los corazones de todos nosotros;
Juana
, por tu perspectiva y por no temer a lo nuevo;
Lainez
, por tu pasmosa tranquilidad para tomarte las cosas;
Lucía
, por prestarme tu tiempo y convertirte en mi otra mitad durante estos días;
Marco
, por todos y cada uno de los buenos ratos y las risas juntos, que fueron muchos;
Nico
, por mostrarme tu cara B e impresionarme con ella;
Pablo
, por tus “paquetillos” y tus tonterías, que tanta falta hacían;
Pepe
, por reencontrarnos después de tanto tiempo;
Rafael,
por tu experiencia y tus reflexiones enriquecedoras;
Sebas
, por tu sencillez sevillana que llena de alegría los momentos;
Unceta,
por demostrar que todas las personas son buenas;
Víctor
, por tus espléndidas ocurrencias que animaron todos los momentos;
Victoria
, por tu ilusión contagiosa y tu saber estar y medir cada situación.

      Todas y cada una de estas personas me han aportado algo diferente, que quedará grabado con tinta indeleble en mí. De nuevo muchas gracias.

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      Pero no debemos olvidar al resto de participantes que en mi historia están presentes, y que tienen un lugar especial reservado en mi corazón. Algunos, como Said, Omar, Yunes, Mustafa,… los recordaré como compañeros en las aventuras. Pero a los otros, los que quedaron en Larache, serán para siempre una parte de mí. Y en este sentido, quería hacer especial mención a algunos de ellos, que cavaron más profundo si cabe: Najla, con su sencillez y cariño abrumador que me llevo guardado a España; Imad, con su generosidad absoluta y sus ideas que me sorprendieron; Muna, con su generosidad y afecto a flor de piel; Ibrahim, con su simpatía y su risa contagiosa; Safae, y otros tantos y tantas a los que echaré de menos. A éstos y a todos los demás, no me olvidéis, porque yo no lo haré.

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     Hemos alcanzado lugares indescriptibles, que forman estampas que se graban a fuego en nuestros corazones: las ruinas de Lixus, con el Océano Atlántico al fondo; el Desierto del Sahara a nuestros pies mientras amanecía, kasbah de película, palmerales impresionantes, obras arquitectónicas con decoración rozando lo imposible, la gran ciudad de Marrakech,… pero también hemos vivido la pobreza de otras zonas, la necesidad, sus costumbres,… tantas y tantas cosas que no puedo resumir, y por eso, para aquel que quiera conocer más de cerca las maravillas de esta tierra, dejo mi diario de viaje; documento con tintes personales que publico para que todos podáis disfrutar, aunque sea por medio de vuestra imaginación, de lo que yo he vivido durante esos diez días mágicos.

    Sólo un consejo más antes de terminar: para leer el relato es necesario que abráis vuestras mentes; solamente así alcanzaréis el placer absoluto, ese que nosotros disfrutamos; ese que sólo está reservado para unos pocos.