Los días que he estado en Marruecos han sido una experiencia muy bonita. Cuando nos montamos en el barco me gustó porque nunca me había montado, pero lo que no me gustó fue que me marease. Cuando llegamos a Tánger conocimos a los alumnos y profesores marroquíes, estuvimos visitando la ciudad y después fuimos a Larache que es donde estaba el hotel donde dormíamos. Ese día nos invitaron a comer.

Todos los días  me levantaba muy temprano porque  íbamos a ciudades distintas cada día y todas eran muy bonitas.

Una de las alumnas nos invitaró a comer a  Macarena y a mí a su casa con su familia y más alumnas de su clase. Nos pusieron en la televisión la boda del hermano, su hermano trabaja en Granada. La madre nos hizo de comer la comida típica de Marruecos, que es el cuscús, después nos hizo otro plato de pollo en salsa, de postre nos dieron una bandeja de fruta y más tarde nos pusieron té y unas tortitas. En la casa de Sukeima  a Macarena y a mí, nos vistieron con ropa marroquí, y nos hicieron fotos. Y al final nos hicieron unos tatuajes con henna. Después de irnos de casa de Sukeima fuimos al hotel a ducharnos y prepararnos para un concierto de rap en un colegio marroquí. Antes de ir a casa de Sukeima hemos visitado una fábrica de harina.

También hemos visitado el trabajo del padre de una de las alumnas marroquíes que era  sobre la pesca, que estaba al lado de la cárcel. Del trabajo del padre de la alumna Macarena y yo, nos fuimos antes porque Macarena se puso mala.

El último día  vinieron por la mañana  algunos de los alumnos marroquíes a despedirse de todos  nosotros, y nos dieron una pulsera a cada uno con  nuestro nombre.

El viaje de Marruecos ha sido fantástico y me gustaría poder ir  otra vez de nuevo.

 

Ángel Gómez