Aventura en Larache, Marruecos:

Cuando uno deja Marruecos, cuando coge el ferry, cuando va llegando el autobús al punto de partida, cuando uno se despide de los compañeros, cuando llega a su hogar y echa de menos la compañía de los amigos marroquíes y españoles, la ciudad, el buen ambiente, el “rollito” creado entre nosotros, cuando estás deseando volverlos a ver, volver a Marruecos, volver a estar juntos, y además se te retuerce el corazón y se escapa alguna que otra lágrima, esto quiere decir que esta aventura, etapa de la vida, o como queráis llamarlo de un grupo de españoles y marroquíes, ha sido increíble, fantástica, genial, en definitiva indescriptible, que nos ha unido para siempre y se ha grabado entre nosotros como algo inolvidable y difícilmente superable a lo largo del tiempo.



No voy a tratar este diario cono una sucesión de días sin más, sino que lo simplificaré a algunas anécdotas y experiencias que me hicieron sentir el mundo de diferente forma. Recuerdo el lunes cuando al llegar a Tánger fuimos recibidos por el grupo de nuestros amigos de Larache, que nos acogieron y nos integraron en su cultura. Nos ofrecieron su ayuda desinteresadamente como si hubiéramos formado parte de su vida siempre. Ese mismo día una profesora andaluza, nos llevó al lugar de acogida de niños desfavorecidos socialmente donde ella ofrece su ayuda desinteresada desde hace tiempo, desde entonces comprendí, que hay personas que teniéndolo todo, eligen dar su vida a y por los demás. Si en este mundo hubiera gente como ella, el mundo y la sociedad que nos corrompe tendría un aspecto muy diferente.

El siguiente día, fue el más espectacular en lo que a estampas y paisajes se refiere, visitamos unas playas, que nada tienen que envidiar a las mejores de Andalucía, dimos una vuelta en las barcas típicas de pescadores del lugar, por unas marismas, que se te clavan en la retina y no se te olvidan en la vida. Además, no parábamos de fotografiar el momento porque sabíamos que difícilmente volveríamos a ver algo así.


 

El miércoles al dirigirnos en autobús a visitar unos parajes para hacer senderismo, me di cuenta de la energía, vitalidad y ganas de divertirse que desprendían nuestros amigos de Larache, ya desde las 9:00 de la mañana que nos montamos en el autobús, pusieron su música y empezaron a bailar sin descanso por el pasillo del mismo, mientras todos los españolitos intentábamos dormir, ya que la noche anterior (como todas en este viaje) habíamos estado de “guateque” en una de las habitaciones del hotel, con las consiguientes broncas por parte del encargado, el cual nos ofreció unas frases y mítines, “en los tres idiomas que dominaba”, que jamás olvidaremos. Cuando fuimos a Rabat, fue el día más puramente turístico que hicimos, comenzamos visitando la torre gemela de la Giralda de Sevilla, más que gemela yo le llamaría prima-hermana, y varios sitios pintorescos de la ciudad. Terminando en el Zoco donde se encontraba el mercadillo más grande e inmenso que he visto en mi vida, con la consiguiente fobia que me entró, ya que las calles estaban repletísimas de personas, y las multitudes no me sientan bien.

 

 

El último día nuestros amigos Marroquíes nos invitaron a sus casas a comer. Yo estuve con tres compañeros españoles y dos compañeras marroquíes en casa de una de ellas, su nombre pronunciado era Fatuma, no sé cómo se escribirá, por ello pido disculpas, todos íbamos un poco acongojados por la comida que nos pondrían, pero resultó que fue el día que mejor comimos de nuestra estancia en Marruecos. El plato fue el típico de los viernes: el cuscus con verduras y pollo. Riquísimo hasta el punto de que repetimos varias veces. Tuvimos la suerte de que la madre de Fatuma, que fue la que nos cocinó, sabía hablar muy bien el español, ya que había trabajado durante cinco años en Madrid y por lo tanto estuvimos conversando durante toda la velada. Terminamos, tomando el mejor té que he bebido en mi vida, y entregándole unos presentes a la familia por acogernos e invitarnos a almorzar en su hogar sin conocernos de nada y viniendo nosotros de otra cultura y país.

El día de la partida a España y por la mañana nos despedimos de nuestros amigos de Larache, no sin antes soltar alguna que otra lágrima, ya que la experiencia vivida fue corta pero intensa. En el trayecto hacia Tánger fuimos en un microbús de 22 plazas y éramos 23, por lo tanto me tocó en la parte trasera que era de 4 plazas y nos metimos los 5 más pequeños del grupo. Pasé el peor viaje desde hacía tiempo, ya que hacía bastante calor, íbamos apelotonados. Me mareé y se me puso un mal cuerpo de narices. Estaba deseando llegar al puerto de Tánger y tomar el aire. Una vez abajo del bus esperando la cola para coger el ferry tomando el aire, no se me pasaba el malestar, pero de repente, mi compañero Camilo empezó a recordarme los mejores momentos graciosos que habíamos tenido en esa semana, y los dos empezamos a desternillarnos de risa mientras subíamos al ferry, y cuál fue mi sorpresa que al dejar las maletas y subir a la parte de arriba del ferry se me había pasado todo lo malo que rondaba por mi cuerpo. Por lo tanto, me di cuenta de que en esta vida, que nos ha tocado, si miras a los problemas y dificultades con una sonrisa ni los notarás y los pasarás sin más.

 

 

Quiero expresaros que una vez camino de mi casa y después de que el autobús nos dejara en nuestro instituto, adelanté mi reloj dos horas, las cuales habíamos atrasado al llegar a Marruecos, y en ese preciso instante sentí que volvíamos al mundo real, a nuestra rutina como si este paréntesis de nuestra vida hubiera sido un viaje en el tiempo o un cambio de dimensión, y entonces es cuando me di cuenta de que uno de los mejores momentos de mi vida se había terminado. Me gustaría agradecer tanto a los profesores españoles como a los marroquíes, la oportunidad que nos han brindado con esta convivencia única. En otro lugar y con una cultura distinta a la nuestra. Y por último quiero dejar bien claro, que me llevo la amistad de un grupo de personas que hemos congeniado fantásticamente, de gente noble, sincera y estupenda las cuales han demostrado estar a la altura de este gran proyecto que hemos hecho.

Gracias a tod@s,
Fernando Maqueda Rufo.
Alias ¨El Corru¨.