UNA EXPERIENCIA INOLVIDABLE
Para poder comenzar a decir qué ha significado este proyecto para mí es necesario empezar por el día que los profesores llegaron al aula donde nos encontrábamos y nos hablaron de un proyecto que se realizaría el curso siguiente. Nos comentaron que iba a ser una convivencia en el extranjero con alumnos de un instituto de Rumania. Al principio no estaba muy segura porque era la primera vez que viajaba fuera de España sin mi familia. No sabía cómo iba a estar en ese país. No conocía apenas nada sobre Rumania, nunca me había interesado saber cosas sobre él como sí me había ocurrido con otros países, no tenía curiosidad por conocer su cultura y costumbres.
En España hay muchos prejuicios sobre Rumania. Ahora sé que todas las personas, que piensan que Rumania no es un buen país, están equivocadas; en este país ocurre lo mismo que en muchos otros. Hay distintas clases de personas y merece la pena conocer a muchas de ellas. También en este viaje me he dado cuenta que aunque nuestras culturas sean distintas, todos los que hemos participado en este proyecto tenemos mucho en común, que a muchos de nosotros nos gustan las mismas cosas y tenemos formas de pensar parecidas.
Me decidí a hacer este viaje el día en que los profesores nos enseñaron las fotos que habían hecho cuando visitaron el país para organizar el proyecto. Me encantaron y me di cuenta que no podía perderme esta experiencia. También nos mostraron un vídeo de las chicas rumanas y de los profesores. Todos me parecieron muy simpáticos y cariñosos. Tenía mucha ilusión por el proyecto y por conocerlos. En ese momento creí que ellos estaban mucho más entusiasmados por el viaje que nosotros.
Antes de salir hacia Rumania, hablamos con los chicos por Internet y nos conocimos un poco. Empecé a preguntarles por su cultura, sus comidas, las zonas donde vivían, sus familias, amigos, qué querían conocer de España,...
Después de muchos meses, llegó el mes de noviembre, llegó el día en que nos conoceríamos. La noche anterior no pudimos dormir nada, yo estaba muy nerviosa y creo que mis compañeras también. Queríamos estar en Rumania y ver a todas las personas que nos estaban esperando. Cuando llegamos al aeropuerto, me sorprendió cómo nos recibieron; me fijé en las caras de todos los chicos al vernos y supongo que ellos harían lo mismo con nosotros. Todos buscaban a la pareja con la que iban a compartir casa, querían conocernos, hablar por fin cara a cara y poder compartir todo con nosotros. Recuerdo a una de las chicas, Simona, que nos saludaba y nos preguntaba dónde estaba Ana, que era su pareja. Ahí fue cuando me di cuenta realmente lo que iba a significar este viaje para todos. Pero cuando subimos al autobús, no sabíamos de qué hablar. En mi caso, mi pareja y yo teníamos bastante vergüenza y no sabíamos cómo empezar una conversación ya que apenas nos conocíamos; pero poco a poco conseguimos decir algo. Este proyecto me ha ayudado a perder algo de esa timidez ya que gracias a él he conseguido estar en un país que no conozco y a socializar con personas que eran de mi entorno y a las que nunca olvidaré.
Al principio se formaron dos grupos: españoles y rumanos. Ambos grupos queríamos hablar con el otro pero nos costaba mucho abrirnos a los demás. Supongo que era porque nos sentíamos más cómodos con las personas que conocíamos. Poco a poco comenzamos a hablar y me di cuenta de que algunos de ellos tenían muchas cosas en común conmigo. Cada día que pasaba me sentía mejor con ellos y parecía que nos conocíamos desde siempre.
El día que nos reunimos todos en la sala del lugar donde nos quedábamos fue uno de los días que más me gustó ya que allí fue donde nos conocimos realmente. Comentamos las diferencias y semejanzas de nuestras culturas, comentamos las relaciones que teníamos con nuestros padres, qué queríamos estudiar y también hablamos de los distintos temas que afectan a las personas de nuestra edad.
Con respecto a los lugares que visitamos, me encantaron todas las ciudades, el castillo de Bran, el de Peles, el día que subimos al teleférico. Todo era impresionante, cuando estábamos viendo esos sitios con todos ellos me sentía como si estuviera en mi casa, no tenía ganas de volver, no extrañaba mi país, quería seguir viendo más lugares y conocer más la cultura y a las personas de ese país.
Uno de los días algo difíciles fue cuando nos íbamos a separar para irnos a casa de nuestra compañera rumana. Iba a estar sola, con personas a las que jamás había visto ni hablado y me daba algo de vergüenza. Pero me acogieron muy bien. Adina y su familia fueron muy atentos conmigo, siempre me preguntaban si necesitaba algo o si me podían ayudar. Su madre era muy cariñosa y aunque no hablaba español creo que nos entendíamos por gestos.
Me gustaría agradecer a la familia de Adina por todo lo que hicieron por mí, por tratarme como una más de la familia y por abrirme las puertas de su casa. Espero que Adina se sintiese igual de bien en mi casa como yo lo hice en la suya y que siempre tendrán todos ellos un lugar en ella para cuando quieran venir.
Cuando veía a Adina con su madre era como si me estuviera viendo a mí misma con la mía. Las relaciones madre-hija son iguales en todos los países y creo que ese era el motivo por el cual entendía muchas de las cosas que decía la madre de Adina. Mi pareja rumana y yo estábamos siempre hablando en su casa, me preguntaba sobre las cosas que me interesaban, cómo me lo estaba pasando en el viaje, qué era lo que más me había gustado, me habló de sus amigas. Parecía que éramos amigas desde hace mucho tiempo. Su madre nos decía que éramos muy parecidas. Adina tenía un hermano algo más pequeño que nosotras bastante simpático y le daba vergüenza estar conmigo. Un día cenó con nosotras y no se atrevía a mirarme; y cuando Adina y yo estábamos en la habitación hablando, el hermano estaba en la suya, nos enviaba videos graciosos por Internet y se asomaba a la puerta para ver si nos estábamos riendo. Después de compartir tanto tiempo con ellos, se han convertido en otros miembros de mi familia, tanto Adina y su familia como Dorina.
Este viaje ha sido muy importante para mí; las ciudades, museos, castillo, todo lo que hemos visto ya fuera en Rumania como en España me ha gustado mucho pero con lo que más he aprendido ha sido con el trato que he tenido con todas las personas con las que he estado. Esto último ha sido, para mí, lo mejor del viaje.
Esta ha sido la mejor experiencia que he tenido hasta ahora y me alegro de no haberla rechazado ya que habría perdido una de las mejores oportunidades que se les pueden presentar a una persona de mi edad.
Por eso quiero dar las gracias a todos los profesores tanto españoles como rumanos ( Jorge, Luana, Mihaela, César, Adolfo, Rafael, Jesús,...) por haber organizado este viaje y por habernos escogido a nosotros para poder disfrutar de esta experiencia. También agradecer a todos mis compañeros ( Miguel, Nicolás, Rocío, Virginia, Gabriela, Belén, Ángel, Cristina, Ana, Simona, Adina, Dorina, Alexandra, Diana, Tiana, Olivia, Miha, Alina, Petri y también a Oana y Andrei que aunque no pudieron venir a España compartí grandes momentos con ellos) por todos esos días que pasamos juntos, por hacerme disfrutar aún más de la experiencia, por hacer de este proyecto un viaje increíble y por dejarme formar parte de sus vidas.
De todos ellos he aprendido mucho y ahora forman parte de mi vida. Nunca los olvidaré porque se han convertido en personas que significan mucho para mí.
Y como dijimos el día que nos despedimos en el aeropuerto:
ESTO NO ES UN ADIÓS, SOLO UN HASTA LUEGO.
María Jiménez.