MI EXPERIENCIA

DE ESPAÑA A RUMANÍA

Durante el viaje en tren y en avión estábamos todos muy nerviosos porque no sabíamos cómo iba a resultar esta experiencia.


Cuando por fin llegamos a Bucarest, al conocer a Simona, la compañera rumana que me había elegido, me sentí muy bien porque me recibió con mucho cariño sin saber nada de mí. Yo llegaba con mucha ilusión, pero también con miedo y mucho cansancio. En el autobús me senté con Simona pero no sabía muy bien de qué hablar, y ella me fue dando confianza. A partir de ahí empecé a conocer al resto de los compañeros en el autobús.


Al ver a Ale y Miha mi sensación fue que eran muy mayores y que no iba a contactar con ellas; y sin embargo terminaron siendo las compañeras con las que mejor me llevo, junto con Simo y Dya

Con Dorina y Adina al principio tampoco había mucha relación, porque son tímidas, pero al final, sobre todo con Dorina, me llevaba genial.


Con los compañeros españoles la relación fue siempre estupenda, lo mismo que con el resto de los compañeros rumanos.

Poco a poco todos fuimos conociéndonos y cogiendo mucha confianza unos con otros, hasta llegar a sentirnos una familia, profesores y alumnos.

Nada más conocer a los padres de Simona me parecieron muy simpáticos; me trataron como a una hija, y estuve tan a gusto como en mi casa, y encima compartiendo mi vida con una hermana.


Visitamos muchos sitios. Lo que más me gustó fue el Castillo de Drácula, el castillo de Peles, Budapest, y por supuesto Timisoara, mi segunda casa.

Como actividad me pareció asombrosa la piscina termal, nunca había estado. Los paisajes nevados también eran preciosos.


En el Instituto nos acogieron muy bien, tenían preparadas muchas actividades para nosotros: teatro, bailes, e incluso vino la tele (aunque a mí me cortaron). Comprobé el nivel superior que tenían en idiomas, y la gente tan preparada que había.

Fueron quince días que se me hicieron muy cortos, menos los dos primeros días que todavía estaba cortada y descentrada. A partir de ahí, la experiencia se convirtió en inolvidable.


He aprendido muchas cosas: un idioma nuevo, un país nuevo con sus costumbres y características propias, aunque tan parecidas a las nuestras; pero sobre todo he aprendido mucho sobre la convivencia.

Nos sirvió mucho el tiempo que pasábamos viajando. En los hoteles nos divertíamos mucho. Hacíamos la convivencia más intensa, nos conocíamos mejor, y nos reíamos mucho.

Simona se convirtió en alguien muy especial para mí: es mi hermana mayor.

No me afectó estar lejos de casa, ya que me sentía tranquila, a gusto, y me organizaba bien,


Cada día era especial, emocionante, intenso…… no encuentro bien las palabras para describirlo, esto hay que vivirlo. Es una experiencia única.

La cena de despedida fue muy bonita y emotiva. Hasta que no hice la maleta no era consciente de que esto se acababa y que dejaba atrás Rumanía y a todos mis amigos.


En el aeropuerto me acompañaron mis “segundos padres” y me di cuenta del tiempo que iba a estar sin ellos, de lo rápido que había pasado todo ,y de todo lo bueno que me llevaba. Nos dimos un abrazo colectivo y empezamos a llorar, y seguimos llorando una hora. Al salir el tren Petri se puso a correr detrás de él, jajaja. Son tantos momentos!.

Desde entonces ya estaba deseando que llegara Abril para la segunda parte de nuestra aventura.

Antes de ir a Rumanía tenía una idea preconcebida de que todo que iba a ser muy diferente, y me iba a sentir extranjera. Cuando la conocí descubrí la cantidad de cosas que había en común tanto en las personas como en los lugares (aunque con mucho más frío).

DE RUMANÍA A ESPAÑA


Estaba emocionada porque iba a volver a ver a todos. No había mantenido todo el contacto que hubiera querido con mis compañeros rumanos y con Simo ya que por culpa de los exámenes no cogía mucho el ordenador.

En el AVE hacia Madrid estábamos todos muy contentos y nerviosos. Justo en el momento del encuentro me emocioné mucho al ver a todos; les abracé muy fuerte y era como si no hubiera pasado el tiempo; nos tratábamos con la misma alegría y confianza.

Las vivencias en España también fueron inolvidables.

En Madrid lo pasamos muy bien, aunque los compañeros rumanos tenían muchas ganas de conocer Sevilla, y nosotros ganas de disfrutarla juntos.

Cuando Simo llegó a mi casa y conoció a mis padres, yo estaba tranquila porque sabía que Simo se iba a encontrar a gusto y mi familia también.

En Sevilla hicimos recorrido turístico y nos divertimos mucho. La acogida en el Instituto no fue tan buena como la suya, pienso que habría que haberlos recibido mejor.


Hemos ido al Rocío, a la playa, a Isla Mágica, a Granada. En cada sitio vivimos momentos especiales que siempre voy a recordar.

Las compañeras rumanas pensaban que en Rumanía estábamos más unidos que en España, pero yo creo que aquí la confianza era más grande y que las relaciones se reforzaban.

Pienso que gracias a esta experiencia nunca nos vamos a separar. Espero que se cumpla el próximo Proyecto de ir juntos a Marruecos.

A pesar de la distancia estamos unidos. No hay tiempo ni distancia, siempre estaremos cerca.


Ahora me siento de verdad ciudadana del mundo, y espero vivir más experiencias y sensaciones como ésta, porque llenan y enriquecen mucho a las personas; conocer nuevos lugares, gentes, costumbres, maneras de vivir.

Siento que esto es el principio de todo lo que quiero experimentar y vivir, hay muchas culturas, países y amigos que me gustaría conocer.

Podría estar un día entero intentando explicar sensaciones y vivencias inolvidables, especiales e irrepetibles, porque esto no significa un adiós, sino un hasta pronto.


P.D. Doy las gracias a los profesores que organizaron toda esta aventura, porque sin ellos no hubiéramos tenido esta oportunidad única. Sin ellos no hubiera sido posible .Gracias.

Ana