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    De vuelta a Larache, mientras la mitad masculina de la expedición se sentaba en la terraza del Café Central para ver como la noche iba cayendo sobre la plaza principal de la ciudad, la mitad femenina se encaminaba a la medina, dirigida por Ignacio. Iban a hacerse la henna.

    La henna ocupa un lugar muy importante en la cultura marroquí. No solo por sus cualidades cosméticas, sino principalmente por estar considerada como elemento generador del bien y talismán frente a cualquier maleficio.

    Con esta planta mujeres artistas –que frecuentemente han recibido sus conocimientos por herencia familiar-, embellecen manos y pies con arabescos que encierran un significado simbólico. Las más jóvenes del grupo volvieron encantadas con sus tatuajes temporales, desando volver a Sevilla para enseñárselos a sus compañeras del colegio. Y las menos jóvenes también.

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