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Llega la hora de comer y le pido a mi ya amigo Ahmed que me gustaría comer lo que mejor él crea conveniente, poniéndome totalmente en sus manos. Así que nos fuimos al mercado donde compramos un pescado recién capturado y allí mismo nos lo limpiaron, para acto seguido en el mismo mercado, en un pequeño y acogedor restaurante entregar nuestro pescado para que nos lo cocinasen, poniendo ellos el exquisito pan y las riquísimas ensaladas. Una experiencia culinaria eminentemente marroquí que me encantó y que si Dios ó Ala quieren repetiré seguro. Gracias Ahmed.

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