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MI VIAJE A MARRUECOS VIERNES

Comienza la aventura que tanto llevaba esperando desde hacía meses. Cuando me bajé del barco solo sentía nervios y sobre todo miedo porque no sabía lo que me iba a encontrar ni cómo lo iba a pasar. Pero cuando los jóvenes marroquíes nos estaban esperando descubrí algo que nunca me había imaginado, pues tanto su saludo como sus ganas de conocernos fueron impresionantes. Nos cogieron de las manos y nos abrazaron con fuerza y empezamos a conocerlos a todos abiertamente, y de repente parte de mi miedo empezó a desaparecer pues al abrirme ellos su corazón sentí que de repente el mío también se abrió.

Llegamos en autobús a Tánger y fue entrar en otro mundo que no era el nuestro, todo lo que había a nuestro alrededor era completamente diferente a lo que yo conocía hasta ahora en mi vida. Allí toda la gente o por lo menos la mayoría era muy amable, abierta y a la vez misteriosa. Una vez terminada nuestra visita y en el autobús nuestro amigos y amigas marroquíes nos enseñaban a bailar la danza típica de allí, la cual nos transmitía hermosura, belleza y ambiente de Marruecos, y en ese momento fue cuando me di cuenta que estábamos en Marruecos de verdad. Luego nos trasladamos a Larache donde dormí esperando ansiosamente el día siguiente.


Llegamos en autobús a la Reserva de Merja Zerga, y mi mejor experiencia fue el paseo en barco por la laguna, en el que uno podía relajarse observando el hermoso paisaje que se podía ver y en ese momento sentí belleza, tranquilidad pero sobre todo la libertad de estar lejos de la ciudad. Una vez que desembarcamos, observamos la playa que era completamente hermosa y limpia y dónde podíamos relajarnos cómodamente hasta la hora de almorzar.

Una vez terminada nuestra visita, volvimos a Larache donde por la noche caminamos junto a nuestros amigos y amigas marroquíes descubriendo las vivas y alegres calles que nos presentaba dicho lugar.


Por la mañana partimos temprano a las montañas del Rif, en el que pude observar el misterio y la belleza de aquel lugar gemelo a las Cordilleras Béticas de Andalucía. Hubo momentos en los que tuve miedo porque pasábamos por sitios un poco arriesgados, pero pronto desaparece tras llegar a una de las colinas para almorzar, dónde se podía respirar y sentir el limpio, puro y fresco aire de allí. Una vez terminada nuestra experiencia volvimos a Larache, donde me sentía satisfecha y alegre por haber estado en ese hermoso y bello lugar, pues me llenó de satisfacción.

 


Partimos hacia Rabat, donde pudimos contemplar los hermosos e interesantes monumentos (en los que se encontraban la torre de Hassan, gemela de nuestra Gralda de Sevilla, de la cual sentí nostalgia al no estar terminada por problemas de conquista, pero eso no le quitaba su hermosura y misterio) que allí habitaban así como las cigüeñas que se alojaban en éstas. Unas horas más tarde visitamos el mausoleo y parece que la suerte estuvo ese día de nuestra parte porque pudimos entrar para ver la tumba del antiguo rey de Marruecos, y me sentí la joven con más suerte en ese momento, cuando entré pude explorar la hermosura y la belleza del arte mosaico marroquí, así como la canción del Corán que allí se transmitía.

 


Cuando llegamos a Ifrane fue como si nos hubiéramos ido de Marruecos a un lugar de Francia, pues las casas y los parques eran el vivo diseño francés, y se estaba bastante tranquilo, contando también con ver uno de los interesante arroyos que había en uno de los parques.


Por la mañana fuimos a ver las instalaciones portuarias de Larache, uno de los puertos pesqueros más importantes de Marruecos, en el que pudimos ver la cantidad de pescado fresco que se pescaba, luego volvimos a dar una vuelta por los alrededores de Larache para comprar recuerdos que obviamente quería llevarme.


Por la mañana volvimos a dar un paseo por Larache, y al mediodía fuimos un pequeño grupo a casa de una de mis amigas marroquíes, Ahlam, cuyo hogar era precioso. Comimos cuscús, flan y té típico de allí, todo estaba realmente delicioso.

Conocimos a su encantadora familia y por la tarde Ahlam nos dejó típicos vestidos marroquíes que tenía de ella y su familia, y por la tarde noche nos fuimos a la fiesta de un colegio español de allí en el cual nos lo pasamos realmente bien, pues allí se respiraba alegría, solidaridad y esperanza.

 

También he de mencionar que nos encontramos en la puerta de dicho colegio la celebración de una boda que fue verdaderamente fantástica y que de nuevo me considero afortunada, esta vez por encontrarme con la boda, pues creo que sería la primera y última vez que lo vería tan de cerca esa elegancia con la que llevaban a la novia, así como sus interesantes bailes y el hermoso estilo de la pequeña casita en donde estaba metida la novia.

De camino al hotel, hubo amigos marroquíes que rompieron a llorar porque mañana partíamos a España, y en ese momento sentí como tanto mi corazón como el de mis compañeros se encogieron así como el darnos cuenta del fuerte lazo que habíamos estrechado con ellos y que nunca se romperá.


Día de nuestra partida a España. Todos nuestros amigos marroquíes se despedían de nosotros con lágrimas de nuevo en sus ojos como la noche anterior pero con alegría en sus corazones, al igual que yo y mis compañeros, sentí como si una parte de mí se quedara allí para siempre, así como sentir que el miedo que sentía en un principio desaparecía completamente, pues en Marruecos aprendí a abrir mucho mi corazón , a valorar más lo que tenía, a empatizar tanto con mis amigos marroquíes como con otras personas de allí, pero sobre todo a valorar y enriquecer la amistad con el país y con sus gentes y cuya experiencia ha sido muy grata y emocionante y también me ha enseñado a descubrir y sobre todo a no tener miedo de los cambios ni de las cosas nuevas, por lo que este inolvidable viaje y sus gentes siempre estará conmigo.