Día de nuestra partida a España. Todos nuestros amigos marroquíes se despedían de nosotros con lágrimas de nuevo en sus ojos como la noche anterior pero con alegría en sus corazones, al igual que yo y mis compañeros, sentí como si una parte de mí se quedara allí para siempre, así como sentir que el miedo que sentía en un principio desaparecía completamente, pues en Marruecos aprendí a abrir mucho mi corazón , a valorar más lo que tenía, a empatizar tanto con mis amigos marroquíes como con otras personas de allí, pero sobre todo a valorar y enriquecer la amistad con el país y con sus gentes y cuya experiencia ha sido muy grata y emocionante y también me ha enseñado a descubrir y sobre todo a no tener miedo de los cambios ni de las cosas nuevas, por lo que este inolvidable viaje y sus gentes siempre estará conmigo.