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Por la mañana partimos temprano a las montañas del Rif, en el que pude observar el misterio y la belleza de aquel lugar gemelo a las Cordilleras Béticas de Andalucía. Hubo momentos en los que tuve miedo porque pasábamos por sitios un poco arriesgados, pero pronto desaparece tras llegar a una de las colinas para almorzar, dónde se podía respirar y sentir el limpio, puro y fresco aire de allí. Una vez terminada nuestra experiencia volvimos a Larache, donde me sentía satisfecha y alegre por haber estado en ese hermoso y bello lugar, pues me llenó de satisfacción.