Índice del artículo

Este día nos dispusimos a visitar Rabat, la capital de Marruecos. Estando en Rabat fuimos a la medina, donde pude observar, entre otras cosas, una variedad de flores y restos arqueológicos.

Al salir de la medina, fuimos a visitar la torre Hassan, gemela de la Giralda. Es una torre que nunca se terminó de construir. En ese mismo lugar se encontraba también el mausoleo de Mohammed V.

En las puertas del mausoleo había guardias de rostro muy serio que no dejaban pasar a mujeres que no tuviesen tapado la mayoría del cuerpo. Hay una foto a la que le tengo mucho cariño porque aparecen varios alumnos marroquíes haciendo tonterías mientras el guardia permanece en su posición de seriedad.

El mausoleo tenía por las paredes del exterior varias escrituras en árabe de las que desconozco su significado.

Después nos dirigimos a la Kasbah des Oudaias. Un sitio en el que había bastante niebla y humedad.

Estando allí, nos encontramos con un grupo de gente que estaba bailando y cantando, y nos acercamos a observar.

Un hombre comenzó a bailar y a hacer acrobacias en el aire, al terminar de exhibirse, nos juntamos todos e hicimos una conga. Yo no paraba de pensar: "Esto en Sevilla no pasa". En España, por lo menos en Sevilla, no se ve todos los días lo que vi yo allí, toda esa gente tan alegre bailando y cantando sin celebrar nada en particular. Era una alegría que se contagiaba en el ambiente.

Al salir de allí nos dividimos en dos grupos y nos adentramos en el zoco de Rabat, un lugar lleno de tiendas, calles interminables y con abundancia de gente, me pareció un tanto agobiante. Allí es donde Halima y Zakarias me ayudaron a regatear precios, fueron mis compañeros de negocios por decirlo de algún modo. A su lado me sentía segura y tenía la total certeza de que no me iba a pasar nada, a pesar de que nos avisasen del peligro por robos que había en el zoco de Rabat. En varias zonas del zoco había personas que te ofrecían jugo de caña de azúcar por un precio bastante asequible, estaba muy bueno. Al cabo de un par de horas o más, salimos del zoco, con bastante cansancio y ganas de llegar al hotel. Nos montamos en el autobús y nos dispusimos a volver a Larache.

Esa noche pude escuchar la llamada a la oración desde una mezquita de Larache cercana al hotel a las 5 de la mañana y a esa hora los musulmanes practicantes deben rezar. Hay llamadas a la oración varias veces al día.