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Hoy es el último día que pasamos en Marruecos, y por ello, pasaron muchas cosas. Por la mañana fuimos a una escuela de pescadores donde se podía entrar a estudiar al acabar el bachillerato de ciencias, allí nos hablaron, de forma general, el funcionamiento de la escuela, echamos allí toda la mañana. Al salir fuimos al hotel, donde nos esperaban a Iñigo, Ángel David, Antonio Román, David Domínguez y a mí. Halima vino y nos llevó a su casa ya que nos había invitado a almorzar, fuimos la mitad del camino andando y la otra mitad en autobús, su casa estaba bastante lejos del hotel, vivía en una zona con las casas bastante deterioradas, ovejas y caballos por las calles.

Finalmente llegamos a su casa y conocimos a sus padres. La madre de Halima hablaba un poco el español porque estuvo un tiempo en Barcelona y luego volvió a Marruecos. Halima nos enseñó su cuaderno de español.

Nos pusieron de comer un grandísimo plato de Cus-cus y a todos nos sorprendió su tamaño, antes de comer, Halima nos pasó un cuenco y una tetera llena de agua, para lavarnos las manos y poder comer, comenzamos a comer con Halima.

Al terminar de comer, estuvimos un rato en la sala de estar, Halima vino y me pidió que la acompañase a otra habitación, donde me regalaron una chilaba para mi madre y para mí. Me sorprendió bastante, porque allí las chilabas no son muy baratas para ellos, y esa familia tenía varios hijos y el padre estaba en paro. A pesar de sus grandes dificultades me hicieron ese gran regalo, sin apenas conocerme, fue un gran detalle.

Me puse mi chilaba y dimos un breve paseo por esa zona, al regresar del paseo, le pregunté a la madre de Halima cómo volver hacia el hotel, me dijo que en autobús aunque yo prefería coger un taxi, para que me llevase con exactitud a la plaza de la Liberación, cerca del hotel. Pero antes nos prepararon un té con pastas y cacahuetes tostados.

Al ir camino a coger un autobús, David Domínguez paró a un taxi que pasaba por allí y nos montamos en él David, Iñigo y yo. A pesar de que Halima quería ir en autobús, y el resto de compañeros volvieron con ella en el autobús.

Camino al hotel en el taxi, vimos a un grupo bastante numeroso de hombres cantando algo con tono no muy alegre y llevaban a volandas una caja alargada de madera. No sabíamos exactamente a qué se debía pero el taxista aparcó y bajo del vehículo. Mis amigos y yo estábamos bastante preocupados sobre la situación y decidimos no intercambiar miradas con aquellos hombres por lo que podría pasar, al cabo de un par de minutos, el taxista regresó al vehículo y nos dejó cerca del hotel, donde intercambiamos experiencias con otros compañeros españoles, que habían visitado otras casas. Debíamos prepararnos para ir a una fiesta que se celebraba en un colegio de español allí en Larache.

Fuimos al instituto acompañado de los profesores y al llegar allí nos vestimos con las chilabas que nos habían regalado. Se celebró el derbi Sevilla Betis y varios españoles fuimos a un bar a ver el partido porque en el colegio español hubo una serie de fallos técnicos y no pudimos verlo allí. Al acabar el partido, volvimos a la puerta del colegio, donde comenzaron las lágrimas y las despedidas por motivo de nuestro regreso a Sevilla al día siguiente. Nunca me olvidaré de esos abrazos que di y recibí esa noche.